Cesc Fábregas es un jugador que estuvo en los últimos tres años bajo la sombra de un grande como Xavi Hernández. Es muy paradójico porque el se crió en La Masía. Desde niño sabía cómo jugar en el Barcelona, pero nunca pudo hacerlo. Debe ser porque a partir de los 16 años lo tomó Wenger y la dinámica del fútbol inglés y nunca más fue el mismo. Cesc es un futbolista que puede jugar en la primera línea de volantes o como detrás de los delanteros, pero el no es estático. Le gusta ir hacia adelante, buscando los huecos en la defensa para filtar pases o entrar él mismo al área. Cómo dicen los grandes de "Ecos del balón", pareciera que estuviera más cómodo en el desorden que en el orden.
El pase que hizo ayer a Schürrle fue de antología. Recuerda ese Cesc mágico del Arsenal. Ese Cesc que tenía tatuada el área en su cabeza y que podía filtrar ese pase preciso para que el compañero pueda anotar. Fue magnífico. Luego pensé: "Esta jugada fue trabajada. Es obra de Mourinho". Pero me parece muy pronto. Creo más en la sapiencia del jugador. En su capacidad de improvisación.
Mourinho lo dijo hoy: "En el Barcelona no supieron usar a Cesc....Yo sé qué es lo que necesita él y donde juega mejor".
Sí, lo quiere para ser el nuevo Lampard. Ambos comparten que son unos grandes llegadores al área y definen como delantero. Pero algo le gana el catalán al inglés: en capacidad de asociación y el gran pase final.
Parece que Cesc regresará por todo lo alto. Ojalá sea así, y Matic estará ahí para ayudarlo.
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